A pesar de la crisis, no hay que abandonar la lucha por la reforma migratoria

3-31-09, 10:45 am



Se preguntan a si mismos los inmigrantes en EEUU, así como activistas pro derechos de los trabajadores inmigrantes, sobre el impacto que tendrá la crisis financiera nacional e internacional sobre la inmigración y los esfuerzos por conseguir un mejor trato a los trabajadores inmigrantes, con o sin papeles, bajo la nueva administración.

Notaba esta semana la Secretaria de Seguridad Patria, Janet Napolitano, que ha disminuido ligeramente el número de inmigrantes indocumentados que llegan a EEUU, debido en su opinión a la crisis crediticia que ha afectado a la industria de construcción de viviendas, en donde se han empleado a tantos trabajadores indocumentados.

Sin embargo, resulta poco probable que la crisis financiera les vaya forzar a todos los 12 millones de inmigrantes indocumentados a regresar a México u a sus demás países respectivos de origen. Tampoco lo hará una aplicación “fortalecida” de la ley, política iniciada durante la secunda mitad de la administración Bush y que ahora espera una decisión de la administración Obama si seguirá en efecto o no.

Primeramente, mientras cae para abajo la economía norteamericana, está pasando lo mismo en el resto del mundo, incluso en México, donde el 80 por ciento de cuyo comercio exterior es con EEUU y sus vecinos. Esta semana, el Ministro mexicano de Trabajo y Bienestar Social, Javier Lozano Alarcón, anunció que se habían perdido más de 128.000 trabajos en su país solo en el mes de enero, y que desde enero hasta la fecha han perdido empleo medio millón de mexicanos. México ha perdido la tercera parte de su población a EEUU, y para darnos una idea de la escala de este impacto, equivaldría a la pérdida de casi 400.000 empleos en EEUU en enero, y casi 4.900.000 trabajos norteamericanos desde noviembre. Al igual que en EEUU y otras partes, es probable que la desaparición de trabajos ejercerá una presión a la baja sobre los salarios y las condiciones de trabajo. Y la red de seguridad social existente en México es mucho menor y más frágil que su equivalente norteamericano. Como reza el dicho, “Cuando Estados Unidos estornuda a México le da la pulmonía”. Y va pasando cosa semejante en otros países más pobres del mundo.

Resulta probable que con esto habrá un aumento y no una disminución en el número de personas que busquen desesperadamente llegar a EEUU para encontrar trabajo, y con eso hay más motivación para aceptar el trabajo que salga sin importar las condiciones de trabajo. Y si es que llegan a “auto-deportarse,” exacerban las condiciones en sus países de origen porque ahí tampoco les esperan trabajos (y a veces, ni siquiera el apoyo familiar ni gubernamental).

Además, mientras haya crecido el número de inmigrantes indocumentados en este país en el curso de las últimas décadas, más y más de ellos han hecho sus vidas acá; casándose, teniendo a hijos (se estima que ya hay entre 4 y 5 millones de ciudadanos norteamericanos que son hijos menores de uno u dos padres sin documentos), consiguiendo hipotecas de vivienda, comprando casas y hasta estableciendo negocios. Existen muchos casos que se han reportado, de inmigrantes indocumentados llevados a este país como bebés, que no descubren que son indocumentados y no ciudadanos de nacimiento hasta que, ya como jóvenes, encuentran que no pueden obtener números de seguro social ni ir a la universidad, o bien, cuando la Migra los agarra y los deporta a un país en donde a veces ni conocen el idioma.

Esta gente no va a abandonar sin más a sus familias y sus vidas que han construido con tanto esfuerzo por acá. Harán, y deben hacer, todo lo posible para quedarse.

Bajo esas condiciones, no es viable una política represiva. Solo causa sufrimiento, no solamente a los inmigrantes indocumentados, pero también a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Fomenta la discriminación racial y laboral en contra de todos que parecen ser Latinos o nada más extranjeros. Y a los trabajadores norteamericanos una política así les empeora y no mejora sus salarios y condiciones de trabajo, porque a los trabajadores inmigrantes les hace más desesperados. Y con más desesperación ha menos probabilidad que vayan a tomar el riesgo de sindicalizarse, unirse a una línea de piquete o quejarse de condiciones peligrosas en el trabajo a las autoridades sanitarias o de seguridad laboral.

A pesar del apoyo vacío prestado por George W. Bush a la “reforma migratoria comprensiva,” la política federal antiinmigrante fue bastante endurecida a fines de su administración, y hubo un brusco aumento en los abusos cometidos por la ICE y en las prisiones privatizadas en donde aguardan los inmigrantes su deportación. Un nuevo estudio realizado por el Instituto de Política Migratoria (ver artículo relacionado adjunto) muestra que los recursos proporcionados a la ICE con fines exclusivos de buscarles a inmigrantes criminales peligrosos fueron desviados masivamente a las redadas de inmigrantes cuyo único crimen es su presencia en este país sin permiso legal. Hasta se han quejado los mismos agentes de la ICE, integrantes de las decenas de equipos policiales establecidos alrededor del país para detenerles a gente en sus casas y barrios, de la existencia de cuotas de inmigrantes que arrestar. Subraya el Instituto de Política Migratoria que solo trabajan estas cuotas para animarles a los agentes a buscar a blancos fáciles en vez de sujetos peligrosos. Así es que suelen detener a gente en la calle, en las paradas de autobuses y hasta en las salidas de clínicas y hospitales.

Esto no nos va llevar a ninguna parte. En cambio, debemos convencer a la administración Obama a tomar las siguientes medidas inmediatas:

*Cancelar al sistema de cuotas de arrestos, y dirigir todos los recursos de ICE a la búsqueda y detención de los criminales peligrosos, narcotraficantes y terroristas.

*Parar las redadas migratorias en barrios y lugares de trabajo mientras que no haya reforma migratoria (esta exigencia, de un moratorio a las redadas, se comparte entre muchos grupos que apoyan los derechos de los inmigrantes). Pero debe ser fortalecida la aplicación de las leyes laborales, tocante especialmente al empleo ilegal de menores, salarios, horas, condiciones sanitarias y seguridad ocupacional.

*Los patrones inescrupulosos hasta les favorecen a los inmigrantes indocumentados por encima de los demás trabajadores porque creen que con inmigrantes atemorizados, aterrorizados por las mismas acciones policíacas del gobierno, pueden operar impunes cometiendo toda clase de violaciones a las leyes laborales.

*Retirar los nuevos reglamentos draconianos para las cartas de no-correspondencia de numeración del Seguro Social propuestos por el ex Secretario de Seguridad Patria de Bush, Michael Chertoff, pero que ahora se encuentran embargados en el tribunal federal por un pleito legal puesto por la AFL-CIO alegando que llevarían estos a la despedida de trabajadores que residen legalmente en este país. Cancelar planes para hacer obligatorio a los patrones el programa E-verify, por idéntica razón.

*Derogar a la legislación de 1996 que les quitaba a los jueces migratorios la opción de ofrecerles a la gente que enfrenta deportación un trato humanitario basado sobre el impacto probable a sus parejas e hijos menores que son ciudadanos. El congresista federal José Serrano (Demócrata por Nueva York) ha introducido legislación que lograría en parte esto (HR 182). Debe recibir plena publicidad y apoyo esta medida.

*Volver a forjar legislación comprensiva de reforma migratoria, incluyendo un programa humanitario, justo y práctico de legalización. Hace más y más falta esto, y no menos, con la crisis financiera y económica actual.

*Y, por fin, comprender que la migración masiva de trabajadores, fenómeno que ya se nota en todo el mundo, es en gran parte producto directo de las políticas comerciales y económicas neoliberales promovidas e impuestas a los países más pobres del mundo por nuestros propios líderes corporativos y gubernamentales, así como los de otros países ricos. Estas políticas tienen que ser cambiadas en cooperación respetuosa con nuestros vecinos. Se tienen que establecer metas realistas para la inmigración, basadas en una comprensión de las tendencias reales de la migración de trabajadores, pero evitando a esos programas de “trabajadores huéspedes” tan apreciados por la Cámara de Comercio de EEUU.