5-29-08, 9:39 am
PA: ¿Qué tan grave es la crisis económica que estamos enfrentando? ¿Hasta dónde puede llegar?
Douglas Henwood: Puede llegar a ser muy malo. Sería muy fácil confeccionar escenarios de desastre, si eso es lo que deseas. Surgirían esos si llega el pánico actual en los mercados de crédito afectar a los préstamos comerciales normales y cotidianos, los tal llamados préstamos industriales comerciales que hacen los bancos, por ejemplo, u bien si se afecta el crédito rutinario del consumidor; no solamente hipotecas pero hasta las tarjetas de crédito y otras clases de deuda de consumidor. Si eso llega a congelarse, entonces sí creo que habrá una crisis económica muy grave.
Pero a eso no hemos llegado. El crédito normal comercial y de consumidor, aparte de unos sectores especializados, parece seguir funcionando, y hasta ahora apuntan los índices económicos reales a una recesión ligera, no muy grave; pero todavía andamos en las primeras etapas del problema y es muy difícil precisar la gravedad de la situación.
Además, esta clase de desorden financiero que estamos viendo no tiene precedente en realidad, y por eso no hay templetes históricos fáciles de aplicar para esta situación. Hay el ejemplo del Japón en los 1990, en donde había un estancamiento económico muy prolongado luego del colapse de su manía especulativa de la década de los 1980; y eso tiene bastantes paralelos con EEUU.
Argumentando en contra de eso sería el hecho de que la Reserva Federal y demás autoridades han reaccionado con mucho más rapidez para combatir los efectos deflacionarios de la crisis del crédito, en contraste al Japón en donde tardaron mucho las autoridades en intervenir. La verdad es que hasta hicieron aumentar los impuestos de consumo a mediados de los 1990, medida que no hizo más que prolongar al sufrimiento.
Pero si yo tuviera que resumirlo y proyectar un escenario, creo que nos enfrentamos a varios años con una economía muy débil y temblorosa que para mucha gente equivaldrá a una recesión prolongada, aunque no lo será formalmente.
PA: El esfuerzo apresurado por rescatarla a Bear Stearns les indica a mucha gente que hay una laguna entre el punto de vista del gobierno sobre el manejo de esta crisis en particular a un lado, y los problemas que nos enfrentan a los norteamericanos ordinarios al otro. ¿Por qué parece haber tanta desconexión entre Wall Street y el pueblo?
HENWOOD: Yo diría al comenzar que las autoridades sí tienen que tomar acción para rescatar a sistema financiero. Desafortunadamente, de cierta manera nos tiene como rehenes. Cualquier naufragio del sistema financiero nos llevaría a la picada a nosotros también. A la otra mano, a ellos les importa muy poco ese sufrimiento popular del cual estás hablando.
Las acciones tomadas hasta el momento, por ejemplo, para protegerles a las familias al borde de la ejecución hipotecaria o a las que ya la están sufriendo; resultan esas acciones bastante insuficientes. Casi no ayudan a nadie. Dado la gran escala del problema en donde millones de gente ya sufren ejecución hipotecaria o gran riesgo de la misma, el tamaño microscópico de la respuesta es algo ridículo. Queda bien claro que los sufrimientos de los banqueros provocan más simpatía en Washington y en los cañones de Wall Street que las penas de la gente ordinaria.
Lo cierto es que existe un perjuicio de clase en todo lo que se ha hecho hasta ahora. Podemos imaginar algún estilo de actividad muy vigorosa para ayudarle a la gente con problemas hipotecarios. Por ejemplo, el gobierno pudiera comprar a un descuento las hipotecas problemáticas, y pudieran los bancos absorber una pérdida, haciéndose responsable el gobierno de una parte de esa pérdida pero salvándose a los que están al borde del desalojo.
PA: La acción que acaba de tomar el gobierno británico con rescatar a Northern Rock fue la nacionalización del banco. ¿Hay una diferencia sustantiva entre lo que hicieron ellos y lo que aquí hicieron la Reserva Federal y la J.P. Morgan?
HENWOOD: Creo que estaríamos algo equivocados si tomamos a Northern Rock como ejemplo u precedente para algo que se hace por acá. En primero, Northern Rock era una institución bastante pequeña. Tenía en la mayor parte depósitos de menudeo. Bear Stearns era un banco de inversión gigantesco ligado a muchos otros jugadores en Wall Street. Si hubiera ido a la picada, hubiera llevado con él a mucha otra gente, creando así una situación real de pánico. En verdad, no creo que fuera nada similar la situación de esos dos bancos.
Es más, el gobierno británico se quedaba indeciso durante semanas y semanas, hasta rechazando una oferta de compra de parte de otro banco, la cual hubiera salvado a todo y a muchísima gente. Ahora el gobierno británico debe potencialmente miles de millones de libras esterlinas, así que no sale sin pérdida el gobierno británico.
PA: Otros críticos con quienes he platicado sobre eso de la crisis del crédito en EEUU hablan de la falta de reglamento y supervisión a los bancos, a las casas de bolsa y a Wall Street.
HENWOOD, Esa es una parte bastante grande del problema. Ya hemos tenido como 5 o 6, ni recuerdo cuantas de esas crisis financieras de gran envergadura en el curso de las últimas dos décadas, pero no ha habido ningún revés en la tendencia política hacia la desregulación de las finanzas. Dado que el sector financiero es tan esencial a la economía y dado que el gobierno reaccionará con un rescate cada vez que se encuentre amenazado ese sector, se muestra que esos tipos pueden actuar a su antojo sin cuidado ninguno en tiempos de vacas gordas, con absoluta seguridad de que serán rescatados cuando lleguen los tiempos de vacas flacas.
Esta combinación de desregulación y falta de supervisión gubernamental, junto a toda la cultura de rescate que se ha desarrollado, forma una receta casi perfecta para la crisis financiera. Luego de la crisis “punto-com,” y del desastre de Enron a comienzos de esta década, hubiéramos pensado que habrían aprendido algo, y que se habrían impuesto siquiera unos pocos requisitos mínimos de transparencia a las corporaciones que toman grandes posiciones tan especulativas. Pero ni eso vimos, mucho menos cualquier clase de acción reglamentaria. Luego ahora, ya que la gente lo está discutiendo, espero que sirva de algo porque si no queremos que vuelva a pasar esto dentro de unos cuantos años más; eso si no entramos a alguna clase de crisis depresiva a largo plazo, para evitar que vuelva pasar, realmente hace falta alguna forma de re-reglamentación.
Y el público debe recibir algo en cambio: eso quiere decir, que salgan de esta crisis nuevas y distintas formas de instituciones financieras: organizaciones comunitarias sin fines de lucro; instituciones cooperativas que les ofrecen servicios financieros básicos con cuotas mínimas a gente de bajos y medianos recursos, y que se quedan afuera de los mercados especulativos. Eso crearía a un sector financiero mucho menos especulativo y menos motivado por las ganancias.
Sería interesante ver los efectos de esta competencia a los grandes bancos. Quizás ofrecerían estas nuevas instituciones servicios financieros básicos a un costo más bajo que lo que cobran los bancos grandes. Lo que se cobra ahora para los servicios financieros más básicos es un ultraje. Si existiera alguna competencia por parte de instituciones públicas o cooperativas, sería una utilización interesante de los mecanismos de competencia del mercado para promover el bienestar público.
PA: Los problemas de Wall Street, la crisis del crédito, la crisis de la vivienda, ¿Son el límite de nuestros problemas económicos? O, ¿estamos hablando de algo más profundo y más estructural?
HENWOOD: Cuando yo hablaba antes de confeccionar escenarios de desastre, eso fue lo que implicaba, más o menos. Hay muchos problemas más que afectan a la economía norteamericana: entre ellos, básicamente, no tenemos ahorro doméstico en este país. En años recientes las familias han estado gastando todo lo que ganan y más. Una parte de eso es por el débil crecimiento de salarios, débil creación de empleos, y porque la gente ha recurrido al mercado hipotecario para compensar. Pero, ya que tuvimos como recurso tan poco ahorro doméstico, todo eso fue financiado desde el exterior. Ya tenemos una deuda externa enorme que ha crecido en billones de dólares durante los últimos años, mucho de ella financiada por bancos centrales asiáticos.
Seguimos ese modelo económico muy perverso bajo la cual importamos mucho, mandamos muchos dólares al exterior, y luego los exportadores nos vuelven a prestar nuestro dinero para dejarnos comprar más y más. Obviamente, se ha desarrollado un tipo de dependencia mutua malsana entre EEUU y los exportadores de petróleo del Medio Oriente a una mano, y los exportadores asiáticos de bienes de fabricación a la otra. Esas entidades han estado acumulando montones inmensas de dólares y luego adquieren con ellos activos norteamericanos. No puede seguir así para siempre. No podemos seguir endrogándonos al ritmo actual. Eso significa según el pensamiento económico ortodoxo que a EEUU ya nos toca recurrir al FMI a pedir algún programa de reajuste estructural. Tendremos que apretarnos las cinturas, crecer lentamente, restringir al consumo, y sufrir un período prolongado de debilidad económica para poner en balance las cuentas externas.
Esto se puede lograr por lo bueno. Podríamos aplicarles impuestos a los más ricos, establecer un programa de desarrollo estructural, mejorar la calidad de nuestros servicios sociales y proporcionar apoyo a los ingresos a la gente; o podríamos hacerlo por lo feo, al estilo del mercado, que significaría una profundísima recesión, la posibilidad de una grave crisis financiera, un período extendido de gran desempleo y un crecimiento bastante débil de trabajos y de salarios.
Pero algo tiene que cambiar. No podemos seguir consumiendo y endrogándonos al ritmo actual. Ya están los presupuestos familiares en una situación realmente terrible. Tenemos décadas sacando emprestado cantidades enormes para compensar por un débil crecimiento de salarios, pero ha crecido el ritmo enormemente durante los últimos 5 a 10 años. Algo tiene que cambiar. Nos hace muchísima falta un modelo económico distinto.
Además de eso, nuestras corporaciones, a pesar de sus ganancias estratosféricas durante esta época de expansión, han reinvertido muy poco y han ocupado a pocos, así que mientras hayan logrado acumular mucho dinero, iba la mayor parte de esos fondos a sus accionistas. Si deseamos una economía mas sana en el futuro tendremos que aumentar a ese ritmo de reinversión, algo que a Wall Street no lo va a agradar nada; quizás hará falta acción pública concertada para realizarlo. Añadido a eso, la infraestructura física y social del país no se encuentra en muy buenas condiciones y tendremos que gastar dinero en eso también.
Más allá de eso, hay que hacer algo si va seguir la vida en la tierra; hay que dirigirnos al cambio de clima, y creo que en eso nos enfrentamos a un caso afortunado, ya que los gastos de investigación científica y desarrollo para hacer más “verde” nuestra infraestructura beneficiarían tanto a la economía que al medio ambiente. Pero en la vida pública hace falta gente que hable de esto; sí hay quienes ya hablan de ello, pero de una manera muy débil y manso, y creo que necesitamos una medicina mucho más fuerte que la que nos recetaría cualquier figura de la vida pública actual.